Antes de comenzar a hablar de la psicología infanto-juvenil desde esta orientación psicológica vamos a conocer en qué consiste la Terapia Gestalt.
Según la Asociación Española de Terapia Gestalt “se encuadra dentro de las terapias humanistas, y participa por tanto de todos los principios de las mismas. Esta llamada “tercera vía de la Psicología” hace especial hincapié en el desarrollo del potencial del ser humano y pone el acento en reforzar las cualidades positivas de la persona”
Desde esta orientación, es necesario tener en cuenta que el paciente no viene a terapia a ser interpretado o a modificar su conducta mediante una serie de ítems a realizar, sino que viene a “confrontar su neurosis”, a darse cuenta de lo que hace y como lo hace, por eso ha de ser especialmente activo y responsable. Va a aprender a descubrir y lograr sus objetivos y satisfacer sus necesidades a través de sus propios esfuerzos. La persona es tratada como una totalidad. Además, un terapeuta gestáltico no interpreta ni condiciona, sino que acompaña. Es activo, atiende a la conducta, al darse cuenta, al aquí y ahora en lugar del allá y entonces. Evita decirle al paciente lo que ha descubierto acerca de él, le enseña a observarse y a experimentar sus conductas.
Como decía Piaget: “Cada vez que le damos a un niño la respuesta le quitamos la posibilidad de encontrar las suyas y de descubrir sus propios recursos” El foco del proceso terapéutico gira en torno a lo que el paciente hace, cómo lo hace y para qué lo hace. El objetivo de la terapia es que la persona logre la mayor integración posible para su desarrollo.
Esta ha sido una breve reseña e introducción para familiarizarnos con la terapia Gestalt, pues podríamos externos mucho más en desarrollar cada punto, pero eso podremos hacerlo en un artículo dedicado tan sólo a esta orientación psicológica, por lo que vamos a centrarnos más en el abordaje de la infancia y adolescencia desde esta perspectiva.
Qué trae a los niños a terapia
Es probable que, en respuesta esta pregunta, todos en algún momento pensemos, bueno tiene algún trastorno, no les está yendo bien en el colegio, son agresivos o retraídos, han sufrido algún trauma, etc… Todos estos son síntomas y reacciones pero ¿ qué los está causando?
Partimos de dos problemas básicos:
- Les cuesta hacer un buen contacto con profesores, padres, pares y libros.
- Generalmente tienen un pobre sentido de sí mismos.
Para hacer un buen contacto con el mundo, necesitamos conocer las funciones de contacto que denominamos mirar, escuchar, tocar, saborear, oler, moverse, expresas sentimientos, ideas, pensamientos…Estas resultan ser las mismas modalidades que constituyen nuestro self o sí mismo. Los niños con trastornos emocionales debido a algún trauma u otra razón, tienden a aislarse de alguna manera, anestesian sus sensaciones, restringen su cuerpo, bloquean sus emociones y cierran su mente. Estos actos afectan profundamente su crecimiento sano y agravan más sus problemas. Ellos no pueden hacer un buen contacto y el sí mismo se inhibe aún más.
El bebé llega al mundo como un ser sensorial, su cuerpo está en constante movimiento. El organismo, compuesto por los sentidos, el cuerpo, el intelecto y la capacidad de expresar emociones, está funcionando en una forma integral tal como va creciendo el niño. Pero a cada niño-unos más que a otros- empieza a sucederle algo que interfiere con un sano desarrollo. Los sentidos se anestesian, el cuerpo se restringe, las emociones se bloquean y el intelecto no es lo que podría ser.
¿Por qué sucede esto? Ciertamente varios traumas como el abuso, divorcio, rechazo, abandono, enfermedades, pueden ocasionar que el niño se retraiga de algún modo. Esto lo hace instintivamente para protegerse. Pero hay una serie de etapas del desarrollo y factores sociales en su vida que también hacen que él se restrinja, se bloquee o se inhiba a sí mismo. Estos factores de desarrollo consisten en : confluencia y separación, egocentrismo, introyectos, satisfacción de necesidades, establecimiento de barreras y límites, el efecto de diversos sistemas, expectativas culturales y respuestas de los padres a él, particularmente sus expresiones de rabia.
El proceso terapéutico con niños y adolescentes
- La relación. Nada sucede sin al menos una hebra de relación. Es algo tenue que requiere cuidado. Es la base del proceso terapéutico y puede, en sí misma, ser poderosamente terapeútica. No nos hacemos expectativas sobre él. Lo aceptamos tal cual es. Respetamos su ritmo y tratamos de unirnos a él, estar presente y conectados. Al relacionarte con él como un ser aparte, le das la oportunidad de experimentar su propio YO, sus propios límites, destacando así su sentido de sí mismo y mejorando y fortaleciendo sus habilidades de contacto.
- Contacto. Es un asunto vital y existencial en cada sesión. Poco puede suceder sin contacto real. El contacto implica poseer la habilidad de estar completamente presente en una situación específica con todos los aspectos del organismo prestos y disponibles para su uso. Un buen contacto también implica la capacidad de retirarse apropiadamente antes que paralizarse en un espacio supuestamente de contacto. Cuando sucede esto, deja de ser contacto y pasa a ser un falso intento de mantenerse en contacto, por ejemplo, el niño que nunca deja de hablar o que no puede jugar solo y necesita estar acompañado todo el tiempo.
- Resistencia.Los niños presentan una serie de manifestaciones conductuales, comúnmente llamadas resistencias, como una manera de intentar lidiar y sobrevivir y hacer contacto con el mundo lo mejor posible. A veces funcionan, pero es más frecuente que al emplear estas conductas, no obtengan lo que necesitan. A medida que adquieren confianza en sí mismos a través de un sentido más fuerte de su yo, las conductas fallidas desaparecen y son reemplazadas por formas de contacto con el mundo más satisfactorias y eficaces.Casi todos los niños son resistentes, se protegen, en cierta medida, si no hay ninguna resistencia, el yo de ese niño es tan frágil que debe hacer todo lo que le digan para sentir que puede sobrevivir. La resistencia es la aliada del niño, es su manera de protegerse, hay que respetarla.
- Los sentidos. se trabaja con todos los sentidos, los estimulamos con todo tipo de actividades.
- El cuerpo. Cada emoción tiene una conexión corporal. Los niños perturbados restringen su cuerpo y se desconectan de él. Hay que ayudarlos a desbloquearse, soltarse, respirar profundo, conocer su cuerpo, sentirse orgullosos de él…Por lo general se empieza con la respiración. Se hacen muchos ejercicios que involucran el cuerpo.
- Fortalecer el yo. Ayudar al niño a desarrollar un fuerte sentido de sí mismo es un requisito primordial para que exprese sus emociones ocultas. Este sentimiento agudizado del yo suele evocar expresiones emocionales espontáneamente. Reforzar el yo implica, además de experiencias sensoriales corporales: definir el yo, elegir, experimental el dominio, reconocer proyecciones, establecer fronteras y límites, tener la habilidad de ser juguetón y usar la imaginación, experimentar algún poder y control, contactar la propia energía agresiva.
- Expresión emocional. No es fácil enseñar a los niños a desenterrar sus emociones sepultadas y que aprendan formas sanas de expresar sus emociones en la vida diaria. Diversas técnicas proyectivas ayudan en este trabajo: dibujos, arcilla, fantasía e imaginación, dramatización, música, movimiento, bandeja de arena, fotografía, metáforas, juegos.
- Autocuidado. Consiste en ayudar al niño a ser más receptivo, comprensivo y activamente nutritivos consigo mismos. Es difícil ya que los niños son criados con la idea de que es egoísta y malo preocuparse de sí mismo. La aceptación de todas las partes de uno mismo, aun las mas odiosas, es un componente vital de un desarrollo sano y no deteriorado. El primer paso es desenterrar aquellas partes odiadas del yo. La integración empieza a producirse cuando ayudamos al niño a aceptar las partes de sí mismo que él aborrece, y a entender su función y propósito.
- Procesos inapropiados persistentes. Dado que la terapia gestalt está mas orientada a los procesos que a los contenidos, ayudar a los niños a tomar conciencia de su proceso particular tiene prioridad sobre la modificación de la conducta a través de la resolución de problemas específicos, recompensas, conferencias u otro tipo de intervenciones. El cambio ocurre cuando uno se convierte en lo que es, no cuando trata de convertirse en lo que no es. Esto se tiene aún más en cuenta cuando después de trabajar con los diversos procesos terapéuticos, ciertas conductas tienden a persistir, por lo que hay que centrarse en ellas y trabajarlas de esta manera.
Para terminar aquí les dejo del libro “Cuentos que curan”, el relato de Robert Bly donde nos explica cómo se produce el nacimiento de la sombra en cada uno de nosotros, algo que nos puede ser ilustrativo y comprender tanto esta orientación y el trabajo que se trata de hacer en la infancia y adolescencia:
“Cuando contábamos con uno o dos años de edad, teníamos lo que podemos visualizar como una personalidad de 360 grados. Irradíabamos energía desde todas las zonas de nuestro cuerpo y de nuestra psique. Un niño corriendo es un globo viviente de energía. Teníamos una bola de energía perfecta, pero un día vimos que a nuestros padres no les gustaban ciertas partes de esa bola. Decían cosas como: ¿ No puedes estarte quiere?; o… No está bien atormentar a tu hermano. Detrás de nosotros tenemos un saco invisible y en él ponemos la parte de nosotros que no gusta a nuestros padres a fin de conservar su amor. Cuando vamos al colegio nuestro saco ya es bastante grande. Entonces los profesores dicen una de las suyas: “Los niños buenos no se enfadan por pequeñeces”. Así que cogemos nuestro enfado y lo ponemos en el saco. Cuando mi hermano y yo teníamos doce años en Madison(Minnesota) nos llamaban “Los amables niños Bly”. Nuestros sacos ya medían un kilómetro.
Luego hacemos un buen relleno del saco en el instituto. Esta vez ya no son los malvados mayores quienes nos presionan, sino gente de nuestra edad. Así que la paranoia estudiantil contra los mayores podría estar fuera de lugar. Durante todos los años de instituto mentí sistemáticamente para intentar parecerme más a los jugadores de baloncesto. Cualquier parte de mí que fuera un poco lenta se iba al saco. Mis hijos están atravesando ese proceso ahora, contemplé cómo lo hacían mis hijas, que son más mayores. Vi consternación cuándo llegan a poner en el saco, pero no hubo nada que su madre ni yo pudiéramos hacer al respecto. A menudo mis hijas parecían decidirse en aras de la moda y de las ideas colectivas de belleza y sufrían tanto a causa de otras chicas como de los hombres. Así que mantengo que de todo un globo redondo de energía a los veinte años nos queda una fina rebanada. Antes de los veinte años nos pasamos la vida decidiendo qué partes de nosotros ponemos en el saco y pasamos el resto de nuestras vidas intentando sacarlas de nuevo. En ocasiones parece imposible recuperarlas, como si el saco estuviera sellado. Supongamos que el saco queda sellado ¿qué ocurre entonces? Un gran relato del siglo diecinueve sabe algo de eso. Una noche Robert LOUIS Stevenson se despertó y contó a su mujer un fragmento del sueño que acababa de tener. Ella le urgió a escribirlo, lo hizo y se convirtió en el Doctor Jekyll y Mister Hyde. El lado boniyo de nuestra personalidad se vuelve, en nuestra cultura idealista, más y más bonito. El hombre occidental, puede ser, por ejemplo, un generoso doctor que siempre piensa en el bien de los demás. Moral y éticamente es maravilloso, pero la sustancia del saco forma una personalidad por su cuenta, que no puede ignorarse. El relato nos dice que la sustancia encerrada en el saco aparece un día en algún otro lugar de la ciudad. La sustancia del saco está enfadada, y cuando la ves tiene forma de simio y se mueve como un simio”.
(Roberto Bly. En Jung y otros, 1994;45-47)