Ya con los pasados Juegos Olímpicos terminados, y la tranquilidad de analizar toda la repercusión, tanto deportiva como extradeportiva, quizá nos encontremos en un buen momento para interpretar las decisiones de Simone Biles (gimnasta norteamericana) en clave de salud mental. El título de este post parece no tener mucha congruencia, aludiendo a una atleta norteamericana y a cómo nos encontramos en materia de salud mental en España. Sin embargo, en esta incongruencia reside la esencia de la reflexión que a continuación quisiera compartir con vosotros y vosotras.
Como psicólogo, lo primero que me corresponde, por vocación y por convicción, es poner en valor la valiente decisión de una atleta que, llegado el momento, dio a entender que su salud mental estaba por encima de ganar cualquier medalla. Este ejercicio, rompedor, desafiando una vez más lo establecido y lo esperado, ha dado voz a muchas personas que en su día no pudieron o supieron cómo actuar ante situaciones similares a la de Simon.
El que en España todavía estemos lejos de dar la importancia que merece a la salud mental se traduce en miles de ejemplos de la vida cotidiana. Todo el mundo sabe que existen psicólogos y psicólogas que tienen como principal misión velar por la salud mental de las personas a través de sus diversas intervenciones. Pero mucha gente no sabría decir qué diferencia hay entre un psicólogo y un psiquiatra… o elevando el nivel de dificultad, qué diferencia hay entre un psicólogo clínico y un psicólogo general sanitario (dentro del gremio esto es un tema que a día de hoy se debate), e incluso yendo a lo simple, qué hace exactamente un psicólogo.
«La salud mental primero»: el poderoso mensaje de Simone Biles
Uno de esos ejemplos de la vida cotidiana lo tenemos, precisamente, en esta decisión de Simon Biles, de poner(se) un límite, teniendo que soportar la presión social de todo un país (y no cualquier país). Tal vez, el hecho de que haya sido una atleta mundialmente conocida la que ha dado este paso ha ayudado a entender algunos aspectos relacionados con la salud mental, e incluso de la vida misma. El no ser una persona que tenemos cerca y ser una deportista mediática ha podido producir un curioso efecto; hemos fijado nuestra atención en esta decisión y parece que hemos interpretado que si una deportista de élite ha antepuesto su salud mental a la competición es porque la salud mental es importante. Sin embargo, tenemos muchos casos de personas con dificultades, trastornos o enfermedades mentales muy cerca de nosotros, y el foco parece no estar aún fijado en estas personas.
Hablo de ‘curioso’ efecto, porque en España, así como en muchos países, se han dado situaciones durísimas en lo que a la salud mental se refiere, por ejemplo tras el inicio de la pandemia. Estamos en un momento en el que, probablemente, no haya que hacer un gran esfuerzo por encontrar a alguien de nuestro entorno cuya salud mental se haya visto mermada en el último año y medio.
Todos los medios de comunicación han hablado de salud mental a propósito del caso de Simon Biles y, aunque cada vez hay más conocimiento de lo que es realmente la salud mental, ha sido curiosa la rápida reacción ante este caso en muchos países (que por otro lado es una buena noticia que haya sido tan mediático y haya llegado a tanta gente), pero la no tan voluptuosa reacción que seguimos teniendo ante casos no tan mediáticos, pero si muy cercanos a nuestras vidas.
Aunque lo que importa es que la salud mental cobre mayor importancia a nivel social, es curioso como la decisión de una persona en un contexto muy concreto ha supuesto un despertar de conciencia a propósito de la salud mental y, por ende, de la terapia psicológica. Es necesario recordar cómo a lo largo de la historia, aquellas personas que padecían algún trastorno mental eran apartadas de la sociedad, en el mejor de los casos, y cuán pesada es la etiqueta de todas aquellas personas que tienen trastornos mentales.
Finalmente, en España el ratio de psicólogos clínicos por cada 100.00 habitantes es de tan solo 6, mientras que la media europea es de 18 por cada 100.000 habitantes. Aunque esta cifra no refleja exactamente la realidad, ya que se habla de psicólogos clínicos (que son aquellos que ejercen en la sanidad pública), y no se cuentan a aquellos que ejercen de forma privada, no deja de ser un buen indicador de cómo de visible está la salud mental, ya que otras disciplinas sanitarias están mucho más presentes en cuanto a número de profesionales.
Alberto Álamo
Nº Col. AN08736
Hola, en España la salud mental es horrorosa, no le dan la importancia que tiene, lo dijo por experiencia propia, un problema de ansiedad, te derivan a tu médico de cabecera, el cual ya te medica,, después te da cita para psicología, los cuales están sarurados y no tienen tiempo para ayudarte en esta situación. Un caos, te sientes un ser extraño en medio de esta sociedad tan dañina.