El estrés del trabajo, los diferentes turnos, la compra, cuidar de los hijos, ir al gimnasio, cumplir con obligaciones… ¿te suena? Más veces de las que nos gustaría reconocer nos vemos arrastrados por el torbellino que supone la rutina del día a día y cuando finalmente podemos compartir algo de tiempo con nuestra pareja… ¡ya estamos cansados y no tenemos ganas!
Así, día tras día, sentimos que se va apagando la chispa, que “ya no es lo mismo” que al principio de la relación, que nunca hacemos nada especial… Este sentimiento puede desencadenar discusiones de pareja, provocar falta de comunicación, e incluso acabar en infidelidades en algunos casos. Y cuando este momento llega te preguntas “¿qué nos ha pasado?”. En muchos casos la respuesta es simple: no pasábamos tiempo de calidad juntos.
Pero… ¿a qué nos referimos cuando hablamos de tiempo de calidad en pareja?
Entendemos por tiempo de calidad aquel que refuerza los lazos de la pareja, que nos une de nuevo, que nos lleva a recodar los motivos por los que nos enamoramos y elegimos a nuestro compañero o compañera de vida, donde compartimos risas y diversión, preocupaciones o miedos con la seguridad de que la otra persona va a estar a nuestro lado… Este tiempo genera conexión y nos lleva a compartir y compartirnos en la pareja. Y es habitual que este tiempo de calidad desaparezca cuando priorizamos “cosas más importantes” del día a día.
Un ejemplo claro donde se ve que este tiempo de pareja se ha perdido sería algo así: una pareja que ha tenido hijos centra todo su tiempo en hablar sobre cuestiones relativas a la crianza, a las tareas de los niños, etc. En este caso, el sistema familiar habría absorbido al sistema de la pareja, quedando este olvidado y relegado a un segundo plano y por tanto, no recibiendo la atención y los cuidados que necesita. Es innegable que cuando llegan nuevos miembros a la familia, el sistema de pareja se ve modificado, pero cuando queda invisibilizado empiezan los problemas.
Otro ejemplo podría ser la pareja en la que los temas laborales acaparan toda la atención. Los proyectos personales de ambos miembros o de uno de ellos y los compromisos sociales asociados imposibilitan darle a la pareja el espacio que necesita. Es lógico apoyarnos en nuestra pareja si tenemos problemas, objetivos laborales o queremos evolucionar en ese ámbito, pero sin olvidar que también hay que nutrir otros aspectos de la relación.
Una vez entendido el concepto de “tiempo de calidad”, la forma en la que este tiempo se puede perder y lo común que es priorizar otras cosas, pasaríamos a la práctica… ¿Cómo recuperamos ese tiempo de calidad?
En esto no hay una fórmula maestra que funcione para todas las parejas, pues cada una tiene su historia y sus necesidades, pero hay una serie de puntos clave que facilitan que este tiempo se recupere:
- 1. Centrarnos en nosotros. Sí, el trabajo es estresante y los niños tienen muchos deberes, hay que hacer cambio de armario y en la nevera solo nos queda medio limón y un yogur caducado. Hay muchas tareas cotidianas que urgen, pero ¿y nosotros? Si seguimos con el piloto automático podremos realizar todas esas tareas, pero quizá perdemos a nuestra pareja por el camino. ¿Qué tal si dedicamos un ratito al día para hablar sobre nosotros? Qué tal ha ido el día, cómo nos hemos sentido, hablar sobre aquello que me preocupa y le he dado vueltas todo el día, desahogarme con mi pareja por la bronca que ha habido en la reunión de la comunidad de vecinos…y lo más importante: encontrar apoyo emocional por su parte y dar apoyo emocional por la nuestra. Sentir que nos escucha, que nos entiende, que en ese momento lo más importante no son todas las tareas que tenemos por hacer, si no aquello que le estoy contando. Y al revés, escuchar, entender y apoyar. Ser capaces de tener esta conversación refuerza el vínculo, pues pasamos a formar parte de un equipo, otra persona está ahí por nosotros y le importa nuestro bienestar.
- 2. Tiempo a solas. Es probable que en toda esta vorágine de facturas por pagar, citas que cumplir y compromisos sociales se nos olvide lo que es el tiempo a solas. Y cuando llega la noche estamos tan cansados que no aprovechamos ese tiempo. ¿Y si le diéramos una vuelta? Es cierto que a veces es complicado sacar ratitos para la pareja, pero es algo vital. Sería ideal que, en la medida en que vuestras obligaciones os lo permitan, os propusierais tener “una cita” como al principio: salir a comer o a cenar algún día, ir al cine, una escapada de fin de semana…pero también vale un paseo por el campo con unos bocadillos. La idea es poder aprovechar ese tiempo para volver a conectar más allá de la rutina. En ocasiones sacar tiempo es prácticamente imposible, pero si se quiere se puede… ¿solo os queda un ratito por la noche antes de dormir? Pues en vez de estar cada uno con su móvil ¿por qué no elegís una serie o película que queráis ver juntos y compartís ese espacio? Al final, esas pequeñas cosas también suman.
- 3. Enamórame otra vez. Al caer en la rutina nos olvidamos de que cada día tenemos que conquistar a nuestra pareja. ¿Cómo recuperar esa chispa que creíamos perdida? Volvamos a los inicios, cuando os estabais conociendo, cuando la relación estaba empezando, ¿cómo te enamoraba esa persona? ¿cómo enamorabas tú a tu pareja? Un ejemplo muy claro lo encontré en una pareja que traté en consulta, en la que ella comentaba lo siguiente: “al principio, siempre que quedaba con mi pareja olía muy bien, se echaba una colonia que me gustaba mucho. Ahora, para el día a día no se perfuma, y solo se la echa en las ocasiones especiales”. Aquí podemos ver que un pequeño gesto puede influir mucho. Él empezó a echarse la colonia de nuevo, y cada vez que ella lo olía recordaba todos los momentos bonitos que habían vivido juntos. Él, por su parte, comentaba esto: “ella antes si pasaba por mi lado en casa, me daba un beso, o me tocaba el culo de broma, o me acariciaba el pelo. Ahora está tan preocupada por las tareas que se le olvida”. Es un gesto de cariño que en ocasiones se nos pasa por alto, pero para la otra persona puede significar mucho. Cuando ella supo que su pareja añoraba esos acercamientos, empezó a recuperarlos. Así pues, mantener esos detalles, esos gestos de cariño o de cuidado hacia el otro, esas cosas que os volvían locos, facilita que se mantenga el vínculo de la pareja.
Ahora bien, hay que tener en cuenta un último punto, absolutamente necesario para que los demás funcionen:
- 4. Entender las necesidades del otro. De nada sirve haber planeado un fin de semana sin niños con una escapada a un spa para sorprender a nuestra pareja si no entendemos que quizá no es el momento para ello porque, por ejemplo, su madre está enferma y se encuentra preocupada por su salud. Quizá ese plan, que en cualquier otro momento hubiera sido estupendo, en ese momento es entendido como una falta de interés en su situación y una incomprensión hacia sus emociones. Así pues, es clave entender y empatizar con la otra parte para conocer sus necesidades, y para ello, es fundamental la comunicación en la pareja.
Conseguir ese tiempo de calidad es labor diaria de los miembros de la pareja. Como todo, conlleva un esfuerzo, una atención y, sobre todo, un compromiso por parte de ambos. Pero, como se dice comúnmente “el amor es una plantita que hay que regar cada día”, y si el objetivo común es que la pareja funcione, procurar que este tiempo aparezca no parece un precio muy alto que pagar… ¡realmente se disfruta!