Ya han pasado unos meses desde que comenzamos el 2023, y aunque ya no lo recordemos, es posible que durante año nuevo nos propusiéramos unos objetivos a cumplir, ¿verdad? Haz memoria y ponte cómod@. Vamos a contarte por qué cuesta tanto alcanzar nuevas metas.
Si eres de las personas que dejaron atrás un propósito cuando empezó el año, vengo a traerte algunas pautas para que en el 2024 no vuelvas a caer y consigas todo lo que te propongas.
Casi siempre un propósito de año nuevo incluye o se compone, de un objetivo a largo plazo, suponiendo un cambio radical. Por ejemplo: si fumas, dejar de fumar; si no haces actividad física, apuntarte a un gimnasio para acudir diariamente; si no eres consciente ni te preocupas por el estilo de alimentación que llevas, empezar a comer saludablemente; etc.
¿Qué ocurre con este tipo de propósitos? Pues que en su mayoría, no se cumplen. ¿Y por qué? ¿Resulta que somos un poco vagos? ¿Quizás no tenemos fuerza de voluntad? ¿O es que estos son imposibles de conseguir?
Pues bien, la mayoría de las veces, no está relacionado tanto con nosotros, -aunque también-, sino que tiene mucho que ver con el tipo de objetivo que nos estamos proponiendo, y con la forma que tenemos de hacerlo.
Antes de nada, para esa parte que sí está relacionada con nosotros, quiero hablaros de las etapas del cambio de Prochaska y Diclemente, que son: precontemplación, contemplación, preparación, acción y mantenimiento. También contamos con la recaída, que no es una etapa como tal, pero sí que tiene un papel importante en esta rueda de las fases del cambio.
- Precontemplación: en esta etapa, no consideramos tener ningún problema, ni ninguna necesidad, por lo que no estamos buscando ningún cambio en nuestra vida.
- Contemplación: experimentamos la ambivalencia. Por un lado creemos que deberíamos de introducir un cambio en nuestra vida, y por otro creemos que realmente no es necesario. La balanza entre ambas opciones está muy equilibrada.
- Preparación para la acción: nos encontramos motivados hacia el cambio. Por lo que es muy importante dar un paso fuerte hacia delante para pasar a la Acción.
- Acción: comenzamos a realizar acciones que suponen el cambio que estamos buscando para alcanzar lo que pretendemos conseguir.
- Mantenimiento: intentamos mantener los cambios que hemos comenzado a realizar en la etapa de Acción.
- Recaída: Volvemos a etapas anteriores, dónde no se están produciendo los cambios que ya habíamos comenzado a introducir en nuestra vida.
Al conjunto de estas fases, se le llama “rueda del cambio”, porque no se trata de una serie de fases lineal, si no que es circular. En todo momento estando en una de ellas, puedes volver a cualquiera de las otras, sobre todo pasando de delante hacia atrás. Por ejemplo, una vez que estoy apuntado al gimnasio y que llevo una semana yendo todos los días, puedo pensar, durante toda la semana siguiente que ya no hace falta que haga más ejercicio por el momento porque lo que hice la semana pasada, ya me sirve para todo el mes. Y en ese caso, habremos pasado de la fase de acción, a la fase de precontemplación, en cuestión de minutos.
¿Y qué podemos hacer una vez situados en una de estas etapas? Pues plantearnos los objetivos que queramos llevar a cabo, y para lo cual, te ofrezco una serie de pautas:
Comenzar auto-analizándonos y descubriendo cuál es el cambio que queremos producir en nuestra vida actual. Una vez hecho, plantearnos el objetivo a largo plazo, lo cual sería lo que conocemos como “propósito de año nuevo”. Pero aquí no acaba la cosa. Una vez planteado ese objetivo, debemos plantear objetivos a medio y a corto plazo, que no supongan un cambio tan brusco en nuestro estilo de vida, como lo supone el objetivo a largo plazo, y que pueda hacer que las acciones encaminadas a conseguir ese propósito se vean reforzadas de manera continua, -ya que “el propósito” como tal, puede que tardemos cierto tiempo en conseguirlo-.
Os dejo un ejemplo:
Objetivo a largo plazo: Ponerme en forma.
Objetivo a medio plazo: Ir al gimnasio 2 días por semana; salir a andar; cocinar midiendo las cantidades de cada alimento; conocer el tipo de alimentos que consumo; comer y cenar fuera de casa solo 1 día por semana; etc.
Objetivo corto plazo: salir a andar 2 días a la semana; apuntarme al gimnasio e informarme de qué actividades hay; elegir una actividad, la que más me guste y probarla una vez a la semana; buscar libros de recetas que me llamen la atención; informarme de canales de cocina saludable; bajar las escaleras de casa cuando salga, aunque al volver, suba en ascensor; etc.
¿Y para qué sirve todo esto? Os preguntaréis.
Por un lado el refuerzo positivo de alcanzar metas pequeñas, nos hará continuar en el camino de conseguir aquella meta tan alta que nos hemos propuesto. Esto además, nos permitirá no sentirnos culpables por no conseguir ese objetivo a largo plazo que nos planteamos a principio de año, y nos permitirá analizar a qué velocidad avanzamos hacia él. Conocer si es un propósito alcanzable, si nos merece la pena, si incluso nos quedamos cortos, y podemos ir más allá, etc. Al mismo tiempo todo este análisis nos permitirá no tirar la toalla y por tanto quitarnos esa culpabilidad y esa responsabilidad de creer que si no lo conseguimos es únicamente porque no valemos, no nos hemos esforzado lo suficiente o no lo deseábamos de verdad.
Que las fases del cambio sean un sistema circular, nos permite gestionar nuestra emociones, sobre todo, las de frustración e impotencia, al hacernos comprender, que estar en una fase y pasar a otra no se trata de dar pasos hacia atrás y tirar por tierra todo el esfuerzo realizado anteriormente, si no que nos permite cambiar de dirección continuamente para, si creemos haber dado pasos hacia atrás, volverlos a dar hacia delante sabiendo que no nos hemos salido del camino. Siempre nos encontraremos en una rueda, que podemos recorrer cuántas veces queramos. Por eso se dice que las recaídas no son un fracaso, sino parte del camino que estamos recorriendo y que nos hará alcanzar el objetivo que nos hemos planteado.
María López Nº. Colegiado MU04834