Cuando alguien acude a tratamiento o a un/a especialista está buscando una solución ante un determinado problema o situación. A veces no basta con encontrar esa solución y queremos que esta sea rápida, fácil y eficaz. Con la terapia psicológica pasa exactamente lo mismo.
Hay muchas variables que influyen en la terapia y el resultado, y estas pueden venir por ejemplo del profesional, el tipo de problema o del paciente.
Muchos estudios y artículos se han centrado en estudiar, recopilar y divulgar qué teorías o técnicas puede emplear el/la psicólogo/a en el proceso terapéutico. Pero hoy vamos a hablar sobre lo que puede hacer el/la paciente para aumentar la efectividad en dicho proceso.
¿Entonces qué puedo hacer yo?
Una de las cosas básicas que debe saber cualquiera que acuda a psicoterapia es que es un proceso activo donde el/la paciente tiene un papel protagonista. Esto significa que, no solo es quien sufre el problema si no que es quien tiene que llevar a cabo el plan que se establece de forma consensuada con su psicoterapeuta. Y ese papel protagonista que juega el paciente es más importante incluso que el de su terapeuta.
Así que, como si de una elaboración de cocina se tratase, vamos a ir enumerando una serie de “ingredientes” que solo el paciente puede añadir, y que van a determinar en gran medida el resultado de la terapia.
Hacer registros de autoevaluación
De forma muy habitual, y sobre todo durante las primeras sesiones, es frecuente que el/la psicoterapeuta pida al paciente que elabore o rellene algunos registros. Estos sirven para recoger diferente información sobre situaciones problemáticas, pensamientos/emociones que se experimentan o hechos significativos de la vida del paciente entre otras cosas.
Los registros no solo van a aportar información muy valiosa al psicoterapeuta, si no que sirven además para ir ofreciendo poco a poco ese autoconocimiento que también aporta la terapia.
A veces los pacientes no terminan haciéndolos por descuido, olvido, o porque no le han dado la suficiente importancia. Y las consecuencias en estos casos pueden ser desde alargar la terapia hasta dificultar el proceso de evaluación y el análisis del problema.
Hacer tareas y practicar ejercicios
Muchas veces el/la psicoterapeuta puede enseñar algunas técnicas o ejercicios que pueden resultar positivos para el paciente. Lo habitual es que esas prácticas no sean exclusivas de la hora de terapia, si no que el paciente las vaya practicando fuera de sesión para ir perfeccionándolas y conseguir los resultados que se buscan.
Parte de la terapia puede ser dotar al paciente de ciertas herramientas para que pueda afrontar y gestionar diferentes situaciones, y al final estos ejercicios forman parte de estas herramientas.
Actitud abierta hacia el/la psicoterapeuta y la terapia
Hay cosas que cuesta más contar a otra persona, por eso lo normal es que el/la psicoterapeuta no presione a la hora de obtener o trabajar con cierta información. El paciente es quien marca el ritmo de la terapia. Otras veces se puede “maquillar” o “alterar” cierta información y no deja de ser parte de las resistencias o defensas que puede tener el paciente. Ayuda bastante al proceso el darle un voto de confianza al psicoterapeuta aprovechando que la terapia es un espacio donde no se le va a juzgar.
Además de dar información, el paciente también recibe otra por parte de su terapeuta. Dependiendo del contenido y de la propia persona esto se puede vivir de muchas formas diferentes, por ejemplo con sorpresa, miedo o rechazo. Es útil también procesar esa información, reflexionar e incluso recibirla con curiosidad antes que rechazarla de plano en el caso de que nos resulte incómoda o no nos guste.
Trasladar lo visto en sesión a la vida diaria
El objetivo de la terapia va dirigido a provocar un cambio en la vida real del paciente. El proceso no se limita a la hora de sesión semanal que pueda tener una persona, sino que hay que poner en práctica esos cambios y lo aprendido en el día a día.
Por lo que tener claro este punto es fundamental para que haya avances en los objetivos establecidos. Tal y como decía un profesor mío “la terapia es eso que ocurre entre sesión y sesión”.
Involucrar a otras personas
El apoyo social es una de las variables que más influyen en el bienestar personal. No solo es un factor protector para multitud de problemas ayudando en la prevención si no que es un recurso muy valioso para afrontar situaciones difíciles por las que podamos estar pasando.
Por este motivo apoyarnos en nuestra red social, reparar las relaciones deterioradas o crear unas nuevas puede ser un recurso enormemente valioso.
Conclusión
Lo que sustenta a todas estas acciones es uno de los pilares básicos de la terapia: la responsabilidad.
Tomar la responsabilidad de aceptar lo que es nuestro: nuestra historia, nuestras emociones, reacciones, pensamientos y actos. Pero también que es nuestra la oportunidad y la elección de actuar según decidamos, responsabilizándonos de nuestra vida y de nuestro propio cambio.
Es cierto que hay muchos factores que entran en juego dentro de la terapia. Pero al final quien tiene que recorrer el camino es el mismo paciente. Nuestro papel es entrenar, ayudar y guiar pero hay un trabajo y esfuerzo propio de cada persona indispensable para llegar a donde se quiera ir.